28 de diciembre de 2011
Las frases del año
“Espacio cedido por la Dirección Nacional Electoral” / “Hola, soy Ricardo Alfonsín..” / “Ay, amor!” / “Recuperemos lo nuestro para ganar el futuro” / “Me emociona Roca” / “No firmes con Telefé” / “No soy de aquí, ni soy de allá..” / “No salís con los 30 mil desaparecidos, ni te busca la Corte de la Haya..” / “Estamos en la B!” / “El turco Naím qué hace? Abre latitas de cerveza?” / “La fuerza de él” / “Candela, te puse crédito en el Nextel. Llamame. Vos sabés que mamá te esta buscando..” / “Corré así como estás corriendo y te vas a Europa..” / “No ha sido una buena elección para la Coalición Cívica..” / “El Tribunal, por unanimidad, se pronuncia por el veredicto absolutorio, para con la procesada Lucila Frend..” / “De River me van a tener que sacar con los pies para adelante” / "Conmigo no, Barone, conmigo no. Vos trabajaste en Extra, trabajaste en La Nación, aguantaste hasta donde pudiste”. / “¿15 pesos? Con 15 pesos me hago alto guiso” / “No seamos pequeñitos” / “Vos sos bienvenido” / “Te daban un café veloz y por ahí la clavabas en un ángulo“ / “Pará, Mozes, pará!! Qué me importa si está en el corte Telefé!!”. / “Largalo a Cogote, Miguel!!”. / "Da asco la mitad de Buenos Aires. Hace tiempo que lo vengo sintiendo..” / “…que Dios, la Patria y él me lo demanden" / "No me puedo dejar seguir cogiendo por Fantino... si los puedo matar, los voy a matar..." / “… the United States has conducted an operation that killed Osama Bin Laden” / "Tenemos que estar contentos que sólo hay un desaparecido". / "Yo soy el nuevo presidente de AFA". / “Arrastraste la familia al fango”. / “Nosotros, la Izquierda”. / “Menos mal que no me casé”.
7 de diciembre de 2011
La última gota
Nada podría ser peor. Fue suficiente. Ya tocaste fondo y ahora sólo resta esperar el envión.
Pero no. La vida siempre sorprende. Y lo que parecía imposible, impensado, hasta irreal... sucede. Y todo parece romperse.
Son golpes que ayudan, obligan a madurar, hacen crecer. Pero transitarlos nunca es fácil.
2 de noviembre de 2011
Patear el tablero
Cuesta reaccionar. Tal vez porque sea difícil o porque uno a veces se resiste a cargarle otra frustración a la mochila. Cuesta, duele y lleva mucho tiempo de superación. Pero es lo mejor. A veces es necesario patear el tablero o -para seguir con los términos lúdicos- barajar y dar de nuevo. Resetear y empezar una nueva partida. Pero hace falta. Lo que no tiene un buen inicio difícilmente tenga un buen transcurrir.
19 de septiembre de 2011
Nuevamente
De nuevo, frente a frente, como si el tiempo no hubiera pasado. Pero pasó. Pasó y se hizo sentir. Ya nada es como entonces. Esas palabras, esas frases que alguna vez tuvieron sentido, hoy parecen vacías.
Los dichos que en algún momento quedaban resonando durante horas, hoy pasan sin dejar ninguna secuela. Son sinsentidos, lugares comunes, frases hechas que no sensibilizan. Los llamados que supieron convertirse en ilusiones, hoy no suman ni tienen valor.
Las miles de noches de insomnio elucubrando con deseos esa sonrisa, esos ojos y esa piel, hoy parecen haberse diluido con el tiempo. Hoy estás nuevamente, pero ya no soy la misma. Tal vez sea que haber tocado fondo me fortaleció.
4 de septiembre de 2011
Advertencia
Algunos deberíamos venir con un cartel en la frente que alerte a cualquier transeúnte sobre lo que se va a encontrar si se cruza en nuestro camino. Y no hablo de ahuyentar a la gente, ni de hacer un esfuerzo por terminar quedándonos solos. Sería algo así como un manual de instrucciones o un aviso para que no haya cajas de sorpresas, ni revelaciones extrañas más adelante.
En mi caso, habría que advertir sobre mi marcada ansiedad. Y no sólo eso, debería adelantar que posiblemente no haya persona capaz de procesar todo lo que digo porque mi exceso de palabras termina siendo apabullante. Otro ítem sería que no todo es tan divertido ni color de rosa porque tiendo a perder las pulgas fácilmente, algo poco auspicioso de mi personalidad.
Más abajo, la carta de presentación destacaría que suelo ser sensible hasta las lágrimas, pero que puedo llegar a regalar una sonrisa por demás atractiva cuando de felicidad se trata. Que soy sumamente irracional cuando me enamoro y que posiblemente peco de introvertida, por lo que mis sentimientos más profundos nunca se perciben a simple vista.
Advertiría que suelo ser divertida pero que, en más de una oportunidad, mi malhumor toma tal volumen que mi vocabulario queda reducido a irritantes monosílabos. Por supuesto, alertaría sobre mis caprichos, esos que fueron alimentados desde la infancia y que a veces reaparecen en la adultez, opacando cualquier costado positivo.
Mi lista completa podría llevar dos o tres posts, pero a grandes rasgos diría algo así. Y posiblemente sea de gran utilidad. A lo mejor alguien que se enfrente a tal desafío prefiera abortar el operativo antes de empezarlo. Se ahorraría disgustos y, de más está decir, me los ahorraría a mí también.
24 de agosto de 2011
Tratame mal
No es que quiera sacar a relucir mi costado masoquista, ni que disfrute de autoflagelarme. Pero por momentos me encantaría pedirte que me trates mal. No hablo de violencia, ni daños físicos. Tampoco pido gritos, ni escándalos. Sólo hablo de indiferencia.
Olvidame, dejame atrás, borrame, cerrá el capítulo, cambiame, suprimime, tachame... lo que gustes. Pero tratame mal. Es un pedido tan desesperado como egoísta. No es que te de razones para hacerlo, pero necesito juntar algún rencor para poder expatriarte.
Tu buen trato no me ayuda. Tu respeto no hace que pases al olvido, ni cierra el capítulo, ni te deja atrás. Por eso, ruego casi en tono de súplica que hagas un último esfuerzo, que logres ganarte todo mi odio para que no me queden energías ni siquiera para recordarte.
19 de agosto de 2011
Ella
Ella es ese objeto tan deseado. Ella es toda una mujer, pero aún no se despega de su espíritu de niñita inocente. Ella es la que todos quisieran tener, pero ninguno se atreve a enfrentar. Ella es la seriedad personificada cuando de obligaciones se trata. Pero también llega a ser el alma de la fiesta o ese bufón preferido del grupo cuando se habla de diversión. Ella es esa que, si no está, es capaz de hacerse notar incluso por su ausencia. Ella es la que de día sonríe, bromea y se jacta de su "nada me importa". Pero también es la que cada noche apoya la cabeza en la almohada y llora con desconsuelo su realidad. Ella es esa a la que todos quieren conmover. La figurita difícil, la que cuando dice que sí, es capaz de levantar cualquier ego. Ella es el trofeo que genera sensación de triunfo. Pero esa sensación dura poco y ella es la primera en ser olvidada cuando se pasa la emoción inicial. Ella es mucho más que una fachada. No le interesa la imagen y no cambiaría su esencia si tuviera otro envase. Ella es la enamoradiza, la que se topa siempre con hombres difíciles. La que sufrió un sinfín de desilusiones, pero sigue con la esperanza de que la próxima vez será diferente. Ella es alegre, soñadora, despierta y tan tenaz que podría lograrse todo lo que se propone si quisiera. Ella es la que un día te eligió. Pero tu egocentrismo fue más fuerte. Ella es la que se preocupa, la que siempre te piensa y la que va a estar cuando la necesites, porque no conoce los rencores. Ella es la que te quiso... aunque no lo hayas podido ver.
16 de agosto de 2011
Muñeca de trapo
A diferencia de muchas niñitas, nunca quise ser como una Barbie. Por supuesto, el consumismo en el que estoy inmersa desde la primera infancia me ha llevado a tener en algún momento mi propia colección de mini platinadas voluptuosas. Sin embargo, confieso que siempre me sentí más identificada con la relegada pepona que con esas muñecas de belleza exultante.
Hoy, con unos cuantos años más, traslado esa misma aprensión a las "Barbies de carne y hueso" que nos rodean. Nunca me sentí identificada con esas muñecas reales cuyo mundo se construye en base a preocupaciones que no van más allá de la estética y el excesivo cuidado del cuerpo.
Tal vez, el haber sido la única hermanita mujer de la casa me acostumbró desde chica a otras actividades que me mantuvieron siempre lejos de la imagen cliché que priorizamos hoy en día (más allá de mis eventuales ataques de “minitah”)
Seguramente, el haber pasado muchas horas de mi infancia entre autitos, canicas y álbumes de fútbol me quitó cualquier aspiración de emular la muñeca perfecta. Como sea, y más allá de las bromas con respecto a mi exacerbada faceta de masculinidad, siempre me interesé poco por ser parte del estereotipo moderno.
Y hoy, que esos juegos quedaron atrás, sigo orgullosa como en esos años felices porque me mantengo en la sencillez de ese lugarcito de muñeca de trapo en el que tanto me gusta estar.
12 de agosto de 2011
Máscaras
Eran casi las 21. La sala estaba llena, como cada noche, como siempre. Si hubiese podido elegir, seguramente habría preferido estar sumida en su soledad y no tener que enfrentar esa audiencia que tanto la esperaba. De ser posible, hubiera elegido no tener que salir a aparentar esa sonrisa acartonada e irreal que poco se condecía con sus ánimos.
Tenía todo para ser feliz: un público que la amaba, grandes amigos, su fortuna, la profesión con la que siempre había soñado y una belleza tan natural como imponente. Pero, aunque suene a receta para la felicidad asegurada, nada de eso le servía para aliviar su enorme tristeza.
Él ya no estaba, y entonces a esa fórmula para la vida perfecta le faltaba un componente. Había llorado, se había enojado y hasta había coqueteado con la posibilidad de pasar un parte de enferma que la liberara del asunto esa noche.
Pero había un volumen importante de personas con el único deseo de verla. Lo sabía. Y también sabía que a la hora de trabajar, los problemas deben quedarse en el umbral de la puerta. Como sea, tenía que cumplir con toda esa gente y consigo misma.
Se puso su mejor vestido. Se vio en el espejo y, aunque sus ojos eran pura tristeza, se veía tan linda como siempre. Se secó las lágrimas, ensayó una sonrisa y salió a escena. Aunque no encontrara razones, había una audiencia esperando y tenía que seguir.
22 de julio de 2011
Despedida
Lo dijo. Ya no había nada más para agregar. Ella hubiera preferido no tener que escuchar nunca esas palabras. Pero así fue. No pudo hacer como si nada. Se lo dijo, y era el final.
Él la abrazó, como pidiéndole perdón por eso que ya no sentía. Ella no reaccionó, no pudo decirle nada.
"Sonreí, haceme ese favor", le dijo casi suplicando. No podía. ¿Cómo sonreír cuando ya vislumbraba tantos días de tristeza, de silencio y de reproches internos?
Se fue, en el más punzante silencio. No pudo emitir ningún sonido, mucho menos regalarle esa sonrisa que lo había cautivado tanto tiempo atrás. No lloró, ni eso pudo.
Llovía fuerte. Subió al auto y, en un acto desesperado, se deshizo de todos sus mensajes, esos que en algún momento supieron hacerla tan feliz. Lo borró a él, como si eliminándolo de su lista de contactos pudiera sacarlo de su vida.
La música de ese viaje fue azarosa: una radio donde desfilaban las canciones más tristes, como si la programación estuviera enteramente dedicada a ella.
Se vio en el retrovisor, le corría una lágrima negra. Nunca se había visto así.
Bajó del auto. Entró y apoyó sus cosas. Se acercó a la foto, la miró por un momento y entendió. Ya no había nada más que hacer. La guardó y lloró. Lloró como nunca había llorado.
29 de junio de 2011
Ganas
Tengo ganas de irme lejos. Tengo ganas de escapar o la mera necesidad de tomar un poco de distancia.
Tengo ganas de conocer nuevos sitios, nuevas historias, gente que me parta la cabeza.
Tengo ganas de dar contra la pared pero esta vez que sea otro el obstáculo.
Tengo ganas de cambiar, de dar un volantazo, de hacer una pausa y empezar de nuevo.
Tengo ganas de escribir, de plasmar lo que me pasa y de dejarlo todo en una hoja.
Tengo ganas de caminar, de andar hasta que los pies no me respondan y sentirle el gustito al cansancio.
Tengo ganas de nuevas emociones. De darme cuenta lo poco que pasé y lo mucho que me falta.
Tengo ganas de dejarte atrás, de hacer como si nada y guardar el mejor de tus recuerdos.
7 de junio de 2011
Día del Periodista
Siempre que me preguntan digo que no sé por qué terminé estudiando periodismo. Le atribuyo parte de la culpa a la falta de talento que siempre tuve para los números y que me llevó a abandonar mis aspiraciones de estudiar medicina a los 14 años.
Las razones son variadas, pero un día me levanté y supe que esto era lo que quería hacer en mi vida, y no me importó ningún comentario desmotivante ni los cuestionamientos del tipo de “¿Y de qué vas a vivir?” o “¿Dónde vas a laburar?”.
Claro, con 15 ó 16 años uno se imagina que ser periodista es ser la cara de Telenoche o la figura central de algún diario importante a nivel nacional.
Por supuesto, en ese momento no tenía la más mínima noción de lo que implicaba la profesión: ignoraba los desafíos que conlleva el trabajo pero que, a la larga, son sumamente gratificantes.
Sea como fuere, empecé la carrera y no hizo falta que se terminara el primer año para darme cuenta de que había caído en el lugar indicado.
“Vos tenés que conseguir un laburo donde te paguen por hablar”, me decía siempre mi papá agotado de esa nena que desde los 2 años conversaba de manera ininterrumpida.
Creo que ese vaticinio paterno, que me sonaba ridículo en la infancia, no estaba tan errado. Y hoy, gracias a cierta dosis de tenacidad, las casualidades de la vida y también ese golpe de suerte que todos tenemos en algún momento, puedo trabajar en esto que amo y sentir la enorme satisfacción que me da este oficio que, si no es el mejor de todos, le pasa cerquita, cerquita.
¡Feliz día a todos los que comparten conmigo esta pasión!
4 de junio de 2011
Girar en círculos
¿Cómo se sale de un círculo vicioso? ¿Cómo se deja de dar vueltas sobre una misma situación y se la deja atrás en forma definitiva? ¿Cómo se inventan nuevas ideas cuando todo gira siempre en torno a un mismo pensamiento? ¿Cómo se encara un día distinto si notás que todo sigue ese curso rutinario? ¿Cómo olvidar ese asunto "tabú" si, por más empeño que le pongas, siempre se las ingenia para reaparecer? ¿Cómo se encuentran alegrías cuando la risa forma parte de lapsos cada vez menos frecuentes? ¿Cómo se llena esa necesidad de éxitos si todo lo que se cosecha resulta negativo? ¿Cómo se recupera esa seguridad que de a poco perdió solidez? ¿Cómo dejar de dar vueltas sobre el mismo círculo cuando ya intentaste todo y nada es suficiente?
1 de junio de 2011
Introspectivamente
Es difícil aprender a distinguir lo que nos hace mal: lleva tiempo y constituye un esfuerzo que no siempre estamos dispuestos a hacer.
La comodidad, la resignación o el conformismo, nos hace quedarnos estáticos en situaciones que, en muchos casos, distan mucho de ser las ideales. Y terminamos simulando entereza en momentos en los que nuestra realidad no concuerda con ese estado.
Siempre es más sencilla la inacción que pensar qué es lo que podemos hacer para que esa situación que tanto nos duele cambie o, al menos, se torne menos angustiante.
Es difícil, pero no imposible. Una vez que ponemos la voluntad de atacar ese punto de conflicto, los resultados son gratificantes y siempre habrá alguien capaz de regalarte una sonrisa para que ese cambio sea transitable por más triste que resulte.
10 de mayo de 2011
Naipes
Posiblemente no seamos conscientes, pero pasamos nuestro tiempo construyendo. Sí, aún cuando no nos pongamos esa meta o no seamos capaces de verlo claramente.
Al igual que en una torre de cartas, cada logro conseguido es un nuevo naipe haciendo equilibrio.
Pero, como en la construcción de papel, la volatilidad constituye un riesgo permanente.
Vivimos con la idea latente de que esa torre se puede caer en cualquier momento ante un mínimo estímulo fuera de lugar.
Pero no por eso dejamos de aproximar una nueva carta.
7 de mayo de 2011
Máximas del buen twittero
Mucho se ha escrito sobre Twitter y los diferentes comportamientos de sus usuarios. A continuación, va un compilado de ideas propias y ajenas sobre tips a tener en cuenta a la hora de volcar ideas enlatadas en 140 caracteres:
1- Opinar siempre sobre el tema del momento, sin importar si sabe bien de qué se trata.
2- Nunca levantar chistes de Internet y/o Facebook, es posible que ya todos los conozcan y causen cualquier tipo de reacción, menos risa.
3- El tiroteo con alguien del sexo opuesto (o del mismo, ¿por qué no?) se realiza por DM, nada peor que leer un histeriqueo público.
4- Palabras como “holis”, “chauchis” y/o “besis” son pianta-followers, tenga a bien evitarlos.
5- No pedir RT, ni FF. Que sus seguidores sean cosecha de los tweets sembrados.
6- No seguir famosos. Tienden al autismo y a escribir cosas que no le importan a nadie.
7- No hacer leña del árbol caído. Evitar pegarle a personajes públicos que tienen la imagen por el subsuelo.
8- Dosifique el uso de frases románticas y melosas. Saber usarlas en el momento preciso y no abusar.
9- En el caso de usar frases de #minitah, ídem a lo expuesto arriba.
10- No se piden explicaciones por un UF, ni se deben darlas tampoco. Cuando no se quiere seguir, no se sigue. Nada de beneficencias.
11- Hombres: las listas del tipo “minas que están buenas” o “mujeres lindas” lejos de atraerlas, las repelen, tener ese tip en cuenta.
12- Al igual que en la 1.0, nunca ingrese en una pelea ajena. Eso sí, puede arengar a una de las partes por DM, o bien, preparar pochoclos y disfrutar.
13- Los reclamos suenan divertidos, pero mídase porque el exceso tiende a cansar al seguidor, que no disfruta de leer un libro de quejas online.
20 de abril de 2011
La indeseable
Soy esa a la que nunca llaman, la que siempre se sienta a esperar. A la que tienen en cuenta sólo cuando no tienen nada mejor que hacer.
Soy la que siempre está al acecho, pero ninguna presa se le hace fácil.
Soy la que un día pensó que podía lograr cambiar a la gente y se convenció de que nada podía ser tan imposible.
Y soy la que se dio cuenta (aunque tarde) que las personas no cambian, por mucho que nos empeñemos.
Soy la que nunca escuchan. Esa a la que las palabras la hacen avasallante, la que nadie está en condiciones de tolerar. Soy esa indeseable a la que no están dispuestos a soportar.
Soy la que se cansó de creer en las palabras, a la que ninguna frase sensibiliza. La que escuchó tanto que ya ni una línea sería capaz de conmoverla.
Soy la que se ríe de los comentarios, siempre iguales, siempre vacíos. La que está cansada de las mismas frases, las mismas promesas que nunca se cumplen.
6 de abril de 2011
De las veredas del barrio a las canchas
Enrique Hrabina tiene 49 años y hasta los 23 vivió en Devoto. Comenzó en el club Pedro Lozano y luego jugó en Lamadrid y Atlanta. Después de su paso por las Inferiores, llegó a la Primera División, adonde vistió las camisetas de San Lorenzo y Boca Juniors. Tras su retiro, en 1992, dirigió equipos como Tigre y Almagro.
-¿Qué recuerdos tenés de tu infancia?
-Desde que tengo uso de razón, estuve ligado al fútbol. Me la pasaba en la calle jugando con los muchachos del barrio, que eran más grandes que yo. Nuestra cancha era la vereda y la calle, que era de adoquines. Me encantaba, me tenían que salir a buscar para que entrara a casa.
-¿Seguís yendo al barrio? ¿Qué cambios notás?
-Son pocos los amigos que siguen viviendo ahí, pero los sigo viendo. Ahora hay tráfico, las calles están congestionadas. El bar de la esquina, en el que pasábamos las tardes tomando café y charlando con los muchachos, ahora es La Misión y está cambiado, todo modernoso.
-¿Qué cosas de esa infancia se perdieron?
-Hoy los chicos no pueden salir a la calle. Nosotros vivíamos afuera, en una libertad total. Éramos autodidactas, nos hicimos adultos más rápido. Además, ganabas mucha técnica jugando en la calle porque estabas horas practicando. Hoy si no vas a una escuelita, no podés entrenar.
-Por esos días, ¿Soñabas con ser jugador profesional?
-Nunca lo pensé pero, en el inconsciente, sabía que lo iba a ser. Hacía de todo: entrenaba, me cuidaba, no salía de noche. Después, también, un golpe de suerte y gente que te da una mano. No me acuerdo cómo empezó todo, seguro tuvo que ver mi viejo. También me ayudó mucho mi entrenador Oscar Allegrini.
-En el `83 llegaste al San Lorenzo del “Bambino” Veira, ¿qué recuerdos tenés de esa época?
-Éramos un equipo que iba al frente, con ganas de mejorar. El Bambino te planteaba los partidos y por ahí en el entretiempo te hacía una modificación, nosotros la enganchábamos enseguida y, al final, ganábamos. Además, hicimos giras que son inolvidables, era un grupo bárbaro.
-Dos años después, llegaste a Boca…
-Sí, pero no era demasiado trascendental en ese momento, es más, dudé en entrar. Boca andaba muy mal: se iban jugadores, había huelgas, la cancha estaba clausurada, tenían miles de juicios. Era una época complicada.
-¿Y cómo fue que te decidiste a entrar?
-Cuando llegué me dijeron: “Acá no hay un mango, es todo a pulmón”, pero si mejoraba, me prometían una remuneración acorde. Cuando fui a la última charla, entré a la cancha, la vi vacía, miré alrededor y pensé: “Sí, quiero jugar acá”, tuve la sensación de que podía hacer algo importante.
-Hoy a la distancia, viendo a ese Hrabina jugador, ¿Cómo lo describirías?
-Muy rápido, concentrado, atento, creo que inteligente. Era un buen jugador, con mucho temperamento. Aunque, a veces, me pasaba de rosca.
-¿Qué diferencias marcás entre el fútbol de tu época y el de hoy?
-Antes, tenías que juntar pesito por pesito, había que hacer mucho sacrificio para lograr cosas importantes. No se manejaban las cifras que se manejan hoy.
-¿Qué enseñanzas a nivel personal te dejó tu carrera?
-Conocés mucha gente, te da notoriedad. Me sorprende cuando me paran por la calle para saludarme. La demostración de afecto es algo impagable.
-¿Cómo te gustaría que te describieran el día que ya no estés?
-Como a un tipo muy pasional, que dejaba la vida en cada cosa que hacía, que ponía todo. Un tipo humilde, simple, con buenos sentimientos, buen amigo. Esos son los valores que rescato de mí.
2 de abril de 2011
MSN, gracias por tanto
La emoción que te generaba ese sonido que advertía un mensaje, las horas frente a la pantalla esperando que se conectara él/ella, los nicks que se renovaban constantemente con letras de temas románticos-melosos, los usernames creativamente elaborados con signos y emoticones de colores…
Ya fue, etapa terminada. Hace días que reflexiono sobre lo poco (o nada) que uso MSN para interacturar y tengo entendido que somos varios lo que opinamos lo mismo.
Y es que sí, casi no lo usás, no hay nada atractivo en ese espacio. Están todos esos amigos a los que ahora contactás por sms, Facebook, Twitter o chat. Entonces, ¿se acabó la era MSN?
En mi caso, hace tiempo. Lo único que la mantiene viva es la posibilidad de conectarse desde la casilla de mail. Entonces ya no suena, no zumba, ni molesta.
Pero ahora que lo pienso, pasé horas de mi vida sumergida en ese universo en el que uno se esmeraba por poner la mejor foto. ¿Y ahora? Sí, claro, no te esmeres en mostrarte impecable porque hay 250 fotos que te delantan en Facebook.
También solía pasar largos ratos esperando que se conecte “ese” contacto especial de mi lista. Ahora, si quiero charlar, tengo métodos muchos más rápidos y efectivos.
Ah, y ni hablar de los que están las 24 hs. online desde el celular. Ahí sí que no existe esa emoción que te generaba llegar a casa y conectarte.
En fin, como todo, son etapas. Y MSN ya quemó todos los cartuchos. Por eso, hoy en este humilde homenaje final, le voy a agradecer por los gratos momentos que me regaló.
28 de marzo de 2011
Encuentro
Y un día volvés a encontrar a ese al que los años se habían encargado de alejar. A ese al que con un esfuerzo casi sobrehumano lograste dejar atrás.
Cambió, y mucho. Claro, no sos la única a la que las experiencias la hicieron madurar.
Por un momento, todo es recordar: esa cara de niño, esa sonrisa...hoy ya no queda nada de eso.
Ves a un hombre. Y aunque aún le queda mucho por cambiar, ya no le queda nada de toda esa ingenuidad.
En un instante tu mente se traslada a aquel verano en el que se conocieron. A ese primer beso.
Inevitablemente, y sin escalas, vuelve a tu cabeza esa última charla. Ese final tan doloroso. Esas palabras que resonaron durante meses. Una y otra vez.
Tantos intentos por encontrarle una lógica a lo que sólo merecía resignación.
Fueron miles de noches en las que juraste volver a buscarlo. Pero el tiempo se llevó todas las ilusiones. Y cualquier expectativa posible quedó atrás.
Te escondiste. Evitaste cualquier lugar que pudiera provocar ese encuentro. Ideaste un sinfín de excusas para esquivar ese momento.
Pasaron años. Insisto. Pero no pudiste evitar estremecerte cuando lo tuviste enfrente. Fue inútil. A pesar de tantos ensayos para demostrar la superación absoluta.
Hoy ya no queda ningún sentimiento. Aquella ilusión pasó a ser sólo un recuerdo.
Y, a pesar de los miedos, el encuentro fue incapaz de generar alguna reacción.
14 de marzo de 2011
La odisea de ser celíaco en un país sin ley
Y ese día se confirmaron mis peores sospechas. Los malestares y esa aparente anemia crónica tenían una razón concreta: la celiaquía.
Sin esperarlo, de un día para otro tuve que pensar en un futuro que no incluiría pastas, panes o facturas.
Cuando lo descubrí -hace un poco más de 4 años- era una suerte de bicho raro en todo lugar al que asistiera. No podía evitar sentir la mirada de lástima cada vez que sacaba mi vianda prefabricada.
Ese primer desayuno me resulta inolvidable. Fue un sábado a la mañana. Estaba sentada con mi café con leche frente a 3 intentos de galleta que se asemejaban más un cartón que a algo comestible.
Después, las molestias se trasladaron a otros ambientes externos a mi casa: resistirse a una cerveza bien fría un sábado a la noche era casi una deshonra para el que me la ofreciera.
Que mi merienda se limitara a un café sin una sola medialuna, era no saber aprovechar las tentadoras promociones de la confitería.
Con la bronca propia de la situación, fui evitando las comidas en restaurantes y cualquier tipo de evento social que implicara ese tema que se había vuelto tan tabú para mí: la comida.
Pero el alejamiento no hace más que empeorar la situación. Y es cualquier cosa menos una ayuda para asimilar la cuestión.
De a poco, y después de muchos meses de luchar por adaptarse, hay un click que hace dar cuenta de que no hay razones para esconderse a comer y evitar así las preguntas incómodas.
Por suerte, como buena sociedad en evolución que somos, hoy puedo decirle a alguien que en vez de invitarme a "tomar una birrita", la salida conste de algún otro aperitivo permitido.
También, puedo pedir que me sirvan ese delicioso lomito completo en un plato y lejos de cualquier pan francés. Y todo eso sin que me miren raro o me hagan chistes molestos.
No es menor decir que, quienes mejor me conocen y han vivido conmigo este largo proceso de adaptación, hoy me reciben gustosos en sus casas con un plato preparado a mi medida y no hay cumpleaños donde no esté ese "vinito para Mer".
De todas formas, sigue siendo de gran necesidad que se reglamente la ley -aprobada en 2009- que equipara los derechos del celíaco con los del resto de la población.
Con esa norma, se garantiza que una persona como yo pueda ir a tomar un café y que tenga la opción de elegir una medialuna o un alfajor sin gluten y no pase hambre viendo comer a los demás.
Con ese gran paso, cualquiera podrá ir a un supermercado y elegir correctamente tan sólo con guiarse por las etiquetas de los productos.
También, los precios de los alimentos sin gluten se asemejarán a los de los productos comunes y no duplicarán -y en algunos casos, hasta triplicarán- su valor.
Hoy, ya no hay salida a la que no vaya por cuestiones alimenticias. Y cuando me preguntan por mi dieta, respondo con una sonrisa y esbozo una breve explicación para ubicar al otro en tema.
Ser celíaco ya no es ser un bicho raro, ni un enfermo al que miran con lástima.
Ser celíaco es vivir teniendo una conducta y aprender a elegir lo que se consume para poder estar igual de sano que todos los que consumen gluten.
1 de marzo de 2011
Días
Hay días en los que me gustaría no salir de la cama. Son esos días en los que daría casi cualquier cosa que esté a mi alcance para no tener que salir a enfrentar el mundo. Siempre es más sencillo quedarse guardada que salir a simular una sonrisa.
Hay días en que me gustaría pasar 24 horas en pijama y pantuflas. No tener que demostrar gran presencia ni hacer uso de ningún encanto.
Hay días en que no tengo ganas de reír y que me gustaría ponerme una máscara que me resuelva el trabajo. Es difícil ensayar alegres muecas cuando no hay motivos que lo ameriten.
Hay días en que no quiero golosinas, ni chocolates, ni caramelos. En que ninguna de esas delicias puede cambiar la suerte ni endulzar la tarde.
Hay días en que me gustaría que llueva, así el día podría estar más a tono conmigo. El sonido de las gotas contra el piso es la compañía ideal cuando uno quiere abstraerse.
Hay días en que me gustaría no salir de la cama. Que me quedaría en una cajita de cristal para que no me lastimen.
14 de febrero de 2011
Trabajar para los otros
“Era un barrio oscuro con casas tomadas, desalojos, mucha gente en situación de calle”, recuerda.
Es que hace 14 años cuando Jorge llegó a San Telmo, distaba mucho de ser el polo turístico y comercial que es hoy. “Era otra cosa, había mucho por hacer acá”, emite casi en un suspiro.
Jorge vivía de artesano en el campo con su familia. Hijo de padres salesianos, y por lo tanto, abocados a la caridad y las obras solidarias, recibió desde pequeño el mandato de ayudar a quienes no tuvieron la misma suerte que él.
A fines de los ´90, solía venir a Capital en forma quincenal en busca de materiales para desarrollar su oficio. Así fue que, en uno de sus tantos viajes, un amigo le propuso quedarse en forma definitiva en su casa ubicada en el Pasaje San Lorenzo.
“Me fue gustando el barrio, vi que era un lugar donde yo podía hacer un aporte”, cuenta ese hombre de aspecto desaliñado y ojos cansados. Con el tiempo, consiguió su propia casa y fue concretando su sueño del taller de artesanías propio.
Sin embargo, su interés por ayudar a los más necesitados todavía estaba pendiente. Por eso, en el ´98 cuando conoce a Patricia Merkin y ésta le propone un proyecto que le permitirá darle oportunidades laborales a la gente de la calle, Jorge acepta. “Al principio, no sabía bien qué hacer, estaba ocupado trabajando en mi taller y no sabía si iba a poder combinar las dos cosas”, dice.
Así, comenzaron “Hecho en Buenos Aires”, una revista pensada para darle trabajo a gente en situación de calle. “Fue muy fuerte la historia”. Según relata, se trató de un enorme desafío: “No estaba tan instalado que un tipo te pare para venderte algo en la calle, había que romper con esa barrera”.
Pero el tiempo hizo que cambiara el rumbo de su vida y, aunque siguió en su línea de ayudar al prójimo, dejó de formar parte de la empresa editorial para abocarse a otra cosa.
Después de 2005, la movida social y el abordaje turístico de San Telmo, lo inspiraron a crear un nuevo espacio, algo que tuviera ese valor histórico propio de las edificaciones de la zona. Así, emprendió el proyecto llamado “La Estación San Telmo”, un sitio donde hoy, cualquiera que pase por ahí, seguramente se detenga a sacarse una foto.
Con una escenografía que emula una estación de tren antigua -por supuesto ideada y armada por él- Jorge remodeló el antiguo depósito de “Hecho en Buenos Aires” para darle un espacio concreto a su proyecto de crear una cooperativa de trabajo.
“En principio iba a ser una fundación, pero la verdad que no tenía muy en claro lo que quería hacer”, reconoce. Con el tiempo, el plan fue tomando forma hasta convertirse en lo que es hoy “La Estación San Telmo”: un espacio donde la gente adulta en situación de exclusión puede sumarse para aprender algún oficio, como el que él aprendió alguna vez.
La idea de tomar aprendices para enseñarles distintos trabajos, surgió cuando Carlos, un zapatero con 40 años de trabajo en el barrio, fue desalojado y quedó en la calle. “Lo sumamos al proyecto para que enseñe el oficio y le dimos un lugar donde vivir”, se emociona.
La gente que llega a este sitio en las peores condiciones, encuentra un lugar donde le permiten pasar la noche y resguardarse de las inclemencias del tiempo y los peligros propios de la calle.
El objetivo es que los objetos de arte producidos allí sean vendidos para darles un ingreso de dinero. Jorge pone el acento una y otra vez en que todos los materiales se reciclan porque el proyecto piensa, ante todo, en el cuidado del medio ambiente. “Los cuadros, por ejemplo, los vendemos a través de una cooperativa o en la misma feria”, subraya.
Si bien está conforme con lo que lleva en su haber hasta el momento, no conoce el descanso e idea nuevos proyectos en forma casi constante. Claro, en ninguno de ellos está incluido como fin su propio beneficio, sino que los excluidos tengan, al menos, la dignidad que merecen.
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