5 de mayo de 2010

Sin el pan y sin la torta


Para quienes no me conocen, suelo quedar como la loca que no toma cerveza o la que siempre dice que no, cuando le ofrecen algo para comer. La razón, simple y sencilla, es la celiaquía que me acompaña desde hace tiempo y que se ha convertido en mi alerta roja cada vez que se me acerca alguna porción de torta, una factura o un pedazo de pan.
No es cuestión de andar por la vida dando cátedra sobre el tema. Tampoco es lo más divertido que un sábado a la noche en medio de un cumpleaños me pregunten por el tema y tenga que empezar a explicar con lujo de detalles mi extensa historia.
Por eso, aprovecho este día Internacional del Celíaco, el cuarto que “festejo” desde que hago mi dieta, y quisiera aprovechar para aclarar de qué hablamos cuando decimos: “Soy celíaco”.
simple vista, es imperceptible. No se puede reconocer por la calle a un celíaco. Son personas que padecen una enfermedad que, en algunos casos, hasta ellos mismos desconocen que tienen.
La celiaquía consiste en una intolerancia al gluten de trigo, cebada, centeno y avena. Esa proteína deteriora el intestino delgado, produciéndole una lesión y una atrofia de las vellosidades. Como consecuencia, no se absorben proteínas, grasas, carbohidratos, vitaminas y minerales, lo que genera un efecto nocivo a nivel del crecimiento y desarrollo. El 1 por ciento de la población es celíaca pero pocos lo descubren porque la mayoría se encuentra mal diagnosticado o directamente sin saberlo.
Si bien los celíacos no pueden ingerir las harinas convencionales, existen negocios naturistas o dietéticas, en donde pueden conseguir productos hechos con harina de maíz, arroz o mandioca, pero sus precios son de dos a cuatro veces más caros. Además, Como el gluten es una proteína de bajo costo, se usa como espesante o relleno en las preparaciones. Por eso, se debe tener cuidado con otros productos como los alimentos enlatados, las infusiones, y hasta la pasta de dientes.
La celiaquía suele asociarse a otras enfermedades ya que la variedad de síntomas es enorme. También puede aparecer de manera asintomática o con trastornos asociados que confunden el cuadro, por eso, el diagnóstico de la enfermedad es difícil.
Ante la sospecha, el médico debe ordenar análisis de sangre en busca de determinados anticuerpos. Si da positivo, el diagnóstico debe completarse con una biopsia de las vellosidades del intestino mediante una endoscopía. Hasta el momento, el único tratamiento posible es hacer una dieta libre de gluten de por vida.
Una vez iniciada la dieta, el intestino comienza a funcionar bien luego de un período variable. El paciente mejora, pero no deja de ser celíaco. En caso de que consuma gluten, el intestino vuelve a enfermarse. Por eso, se deben tomar recaudos cuando se cocina ya que consumir una mínima cantidad por error puede causar estragos en su intestino.
La dieta, que contempla alimentos naturales como frutas, verduras y carnes, también incluye productos industrializados pero, para ello, se deben guiar por listas en la que se especifican las marcas permitidas y que se actualizan en forma mensual. Tanto en Argentina como en el resto del mundo, hay organizaciones que se encargan de hacer esas listas indicando marca y características, para que el producto pueda ser comprado y consumido con seguridad.
Este es mi humilde homenaje en esta fecha tan particular para todos los que, al igual que yo, llevan un riguroso control de lo que comen, mientras esperan que se sancione la esperada ley que nos iguale, o al menos no marque tanto la diferencia, con todo el resto de las personas.

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