29 de mayo de 2010

De las veredas del barrio, a la televisión


El periodista Guillermo Pardini tiene 43 años y hasta los 20 vivió en el barrio de Devoto. Hijo de un empleado de Gas del Estado y un ama de casa que, durante en una época, tuvo una peluquería en el hogar, Guillermo es el único hijo varón de la familia.

Hizo la primaria en San Pedro Apóstol y el secundario en el Ingeniero Luis Augusto Huergo, en el Cid Campeador. “Tenía una hora de viaje en el 124, a veces, me dormía parado y me pasaba”, se ríe, y añade: “Le decíamos el tren fantasma: tenía agujeros hasta en el piso”.

Durante la infancia, jugaba al fútbol en la vereda con amigos a los que ya no ha vuelto a ver. “El no frecuentar más la zona, y el trabajo hacen que se pierda el contacto”, explica. “Me acuerdo de Daniel, que vivía a la vuelta; el gallego, que tenía un bar cerca de la plaza; José Luis, que llegó a jugar en Pedro Lozano y Gustavo, que tenía una pizzería en Sanabria”, detalla.

Hoy, lamenta que los chicos ya no se puedan hacer las mismas cosas que él hacía en su infancia: “Desde jugar en la calle, hasta caminar, ir a hacer los mandados. Ya no se puede, como padre, no te dan ganas de que estén afuera, preferís que estén adelante de la computadora”, reconoce.

A pesar de haberse recibido de maestro mayor de obras, estudió periodismo y locución. Su vocación nació cuando estudiaba en el industrial, ya que solía llegar a su casa y meterse en un cuarto donde tenía todo armado para trabajar. Allí, prendía la radio y se quedaba escuchándola durante la noche.

Así empezó a interesarse por el medio, al punto que, una vez terminado el secundario, se planteó qué era lo que realmente quería hacer y decidió probar suerte con periodismo y locución en el ISER. Su primer trabajo importante fue en Radio Rivadavia junto Héctor Larrea, en el programa Rapidísimo.

Entre sus recuerdos, destaca los negocios del barrio que solía frecuentar de chico: ”Había una panadería, que me alegra que todavía se mantenga, una casa de galletitas, donde estaban esas cajas de lata y la carpintería, donde me mandaban a comprar aserrín” detalla, y agrega que hoy en día ve todo despersonalizado: “Está lleno de franquicias por todos lados”. Con respecto a sus años de estudiante, Guillermo bromea: "Siempre fui de madera para bailar y para el deporte”.

De todas maneras, lejos de él está hacer una comparación entre esa infancia y las de hoy, ya que sostiene que cada generación vive en una época distinta. “Todo tiempo pasado fue mejor, pero por una sola cuestión: éramos mas jóvenes”, remata.

Mercedes Carrizo.

La nota completa fue publicada en Devoto Magazine en mayo de 2009.

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