9 de mayo de 2010

Bullying: un conflicto que deja secuelas


El hostigamiento o “bullying” a veces es pensado como un tema menor que ocurre entre los niños y, en muchos casos, se lo ignora por creer que se trata de algo infantil, pasajero o temporal. Sin embargo, de no tratarse en tiempo y forma, el acoso entre compañeros en la escuela, club o cualquier sitio donde se reúnan chicos, puede traer consecuencias a futuro tanto como para quien es víctima de esos maltratos, como para el hostigador y los miembros del entorno.
El “bullying” se da en escuelas o en lugares donde los niños pasan mucho tiempo juntos. Allí, uno o más chicos humillan a otro, a quien ven más débil. El acoso se da en forma prolongada y consta de agresiones verbales o maltrato físico.
Po un lado, existe una víctima sobre quien se producen las agresiones o maltratos físicos, que le crean miedo a ser blanco de futuros ataques. Estos niños suelen ser inseguros, con baja autoestima y alumnos irritantes para el curso ya que se presentan como quejosos o inquietos.
Por otro lado, hay un agresor que, en el afán de imponerse socialmente, asume el rol de líder negativo y acosa a la víctima. Asimismo, existe un entorno de niños que, por miedo a pasar a ocupar el lugar de la víctima, actúan en forma pasiva, dejando que ocurra este maltrato. De esa manera, se produce un contagio social que inhibe la ayuda y fomenta la participación en los actos intimidatorios
La víctima no suele contar nada, por eso, es importante aprender a reconocer los síntomas ya que su malestar se expresa a través la negación a ir al colegio, la aparición de golpes o lastimaduras repentinos, mal humor, bajo rendimiento escolar, irritación, aislamiento y llanto fácil.
El “bullying” es un tema serio ya que las secuelas que deja se pueden manifestar incluso en la vida adulta. Al agresor, este hostigamiento le enseña una forma equivocada de desenvolverse en la vida social, y lo acostumbra a conseguir las cosas de una manera inapropiada.
En el caso de los espectadores, les otorga un aprendizaje erróneo sobre cómo comportarse ante situaciones injustas y les constituye un modo errado de reaccionar frente al sufrimiento ajeno, asimismo, refuerza en ellos posturas individualistas y egoístas.
En la víctima, las secuelas pueden llevar, en casos extremos, a tomar fuertes represalias contra los agresores. Además, lo padecido durante la infancia los pueden llevar a ser futuros hostigadores en la adultez.

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