13 de mayo de 2010
Pensar en el otro
A fines de abril se realizó un encuentro con el objetivo de hablar sobre las condiciones en las que se encuentra la Educación Especial en Capital Federal, especialmente en los barrios de Villa del Parque y Devoto.
Estuvieron presentes la directora operativa de Educación Especial de Gestión Estatal, Vanesa Casal; las supervisoras de Educación Especial Mirtha Fullone -modalidad auditivos- y Gabriela Cabezón -modalidad mentales-; la supervisora Alicia Esmoris y Juan Carlos Soules, de Gestión Privada, Juan José Agrelo, director de la “Escuela de Educación Especial Nº 28 Bartolomé Ayrolo”; Raquel Lucía Almuiña, docente de la “Escuela de Educación Especial y Formación Laboral Nº 3 María Dolores Navalles de Tobar García”; Silvia Portillo, directora de la “Escuela de Educación Especial y Formación Laboral Nº 2 Domingo Faustino Sarmiento”, Alicia María Mammana, directora del nivel primario del “Instituto Formar Futuro” y la rectora de ese establecimiento, Fabiana Martínez.
En primer lugar, Mammana y Martínez hicieron una breve explicación del trabajo que realiza el “Instituto Formar Futuro”, ya que no se trata de una escuela de Educación Especial sino de una escuela común que incluye, mediante contenidos con metodologías adecuadas, a alumnos con algún tipo de discapacidad. En el establecimiento cuentan con 500 alumnos entre los tres niveles, de los cuales hay 13 integrados en nivel inicial y 7 en secundaria. La escuela, de más de 40 años, realiza el trabajo de integración e inclusión desde 1987. “Son alumnos que vienen de escuelas especiales”, cuenta Mammana, quien agrega: “Acá tienen todas las asignaturas como el resto de los chicos”.
Silvia Portillo hizo una rápida descripción de la tarea realizada en la “Escuela de Educación Especial y Formación Laboral Nº 2 Domingo Faustino Sarmiento”, una Institución con 61 años de experiencia que cuenta con 85 alumnos entre nivel inicial y primario, de los cuales 40 se encuentran realizando formación laboral.
Asimismo, Almuiña hizo su exposición sobre la “Escuela de Educación Especial y Formación Laboral Nº 3 María Dolores Navalles de Tobar García”, que cuenta con 60 años de trabajo en los tres niveles educativos. Su labor siempre se basa en la Disposición 3239-DGEGE-2009, la cual unifica y ordena los procedimientos para la inclusión de niños y jóvenes con necesidades educativas especiales en educación común de todos los niveles y modalidades.
Uno de los puntos en los que hizo hincapié Almuiña fue en el C.I.P.A.I.S. (Centro Integral Para la Inclusión Social Destinatarios), que permite que los adultos en condiciones de egreso puedan continuar con el aprendizaje. “Hay una edad tope para permanecer en las escuelas y eso era un trauma para las familias”, explica Gabriela Cabezón, y añade: “Muchas veces las escuelas prolongaban el egreso, pero eso producía un estancamiento y conflictos generacionales por la diferencia de edad entre los alumnos”. Gracias a ese centro creado recientemente, los adultos pueden continuar con su educación una vez finalizada la escuela. “Tuvo mucha repercusión entre las familias, porque se hacía muy difícil para ellos cuando los alumnos tenían que terminar la escuela”, se alegra la supervisora.
Por su parte, Agrelo habló del trabajo llevado a cabo por la “Escuela de Educación Especial Nº 28 Bartolomé Ayrolo”, que atiende alumnos sordos e hipoacusicos. “El Ayrolo abrió la Educación Especial en Argentina”, afirma Agrelo en relación a los 125 años de trabajo que lleva la escuela en su haber. Según este director, no se habla ya del término “patología” y se ha instalado la lengua de señas como el lenguaje en la institución. “Nosotros revalorizamos la cultura del lenguaje de sordos”, se enorgullece Agrelo, quien explica que en el 2000 se aprobó la ley que reconoce a la lengua de señas como un lenguaje. “La sordera ha dejado de ser invisible”, resalta.
La escuela cuenta actualmente con 240 alumnos, así como también, un Departamento de primaria para niños y otro para adultos. “No hay un límite de edad porque la sordera es algo que se puede dar en cualquier momento de la vida”, puntualiza Agrelo, quien indica que también poseen cuatro áreas de informática, carpintería y próximamente, mecánica. Además, tienen un Departamento especializado en trastornos del lenguaje.
Uno de los temas centrales durante la reunión fue el respectivo a la contención y el apoyo familiar, ya que constituyen una pieza fundamental a la hora de emprender la tarea educativa. En el caso de las escuelas de educación común que incluyen a niños con necesidades especiales, se hizo hincapié, por un lado, en la necesidad de un maestro de apoyo a la integración para ayudar al alumno a integrarse, ya que a veces los docentes comunes no saben cómo abordar la discapacidad y, por el otro, en el rol que debe cumplir la familia para contribuir con el desarrollo del niño o adulto que necesita de educación especial.
Con respecto a esto último, se debatió sobre los distintos tipos de familias y las reacciones que se suscitan a la hora de encarar la educación especial. En el afán de darle todo al niño, algunas pueden convertirse en sobreprotectoras y, otras, debido al impacto sufrido, se muestran desgastadas o abatidas.
“El problema mayor se da en la adolescencia, es una etapa difícil, tienden a retenerlos más porque no saben cómo tratarlos”, explica Silvia Portillo. Asimismo, cuando llegan a la adultez la familia suele dar un paso al costado debido a que, después de tantos años, se encuentran cansados y con bajas expectativas.
En el caso de las escuelas comunes, Mammana relata lo difícil que es la llegada de algunos padres que se presentan para anotar a sus hijos en el establecimiento: “A veces vienen para negar en cierta forma la realidad, no asumen que hay una diferencia en sus hijos y piensan que la escuela va a ser la cura”. Por su parte, Agrelo contó: “Hay padres que vienen con el libreto del médico y quieren que los chicos se curen, que aprendan a hablar y que no usen la lengua de señas porque hace que la discapacidad se note más”. Agrelo también explica que los padres deben aprender a convivir con las dos lenguas, aunque eso les resulte tedioso y cansador. “Hay que pasar por procesos, no se pueden hacer cambios mágicos”, puntualiza.
A pesar de que –como señaló la Directora de Area Vanesa Casal- aún hay mucho por hacer en materia de inclusión en la sociedad y en el campo laboral, los profesionales se muestran optimistas respecto al desarrollo de la Educación Especial y su apoyo a la Educacion común y tienen esperanza en los cambios a futuro. “Antes, pensar que integren a un chico de jardín de infantes era una utopía, hoy ya no”, ejemplifica Cabezón, y remata: “Uno trabaja constantemente para concretar utopías”.
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