20 de marzo de 2010

Eso que se llama Periodismo


Un día, cuando me preguntaron qué quería estudiar, dije firmemente: "Periodismo".
Tenía apenas 16 años, pero la convicción de lo que quería a hacer por el resto de mi vida.
Sinceramente, no tenía mucha idea de lo que decía cuando mencionaba a esa peculiar profesión. Seguramente, en ese momento, pensaba en ser la cara de un noticiero, la voz de un programa de radio o la periodista estrella de algún importante medio gráfico. No creo que se me haya cruzado por la cabeza trabajar manteniendo un perfil bajo. Para mí, el periodismo singificaba tener una alta exposición.
Tampoco sé muy bien por qué elegí esta profesión. Probablemente, mi falta de talento para los números me haya empujado a este terreno, sobre todo, teniendo en cuenta que hasta los 14 años tenía decidido volcarme al campo de la medicina, algo que no sé si hubiera podido afrontar, y nunca lo sabré.
Pero no hay una razón puntual o, por lo menos, no recuerdo ninguna situación, que me haya llevado a cambiar de opinión.
Cuando digo que no tenía idea de lo que decía cuando aseguraba que iba a ser periodista, me refiero a que no conocía en profundidad la diversidad de cosas que se pueden hacer desde la profesión.
Además, también ignoraba sus ventajas y desventajas pero, por alguna cuestión que no conozco, decidí tomar este camino.
Viéndolo a la distancia, ahora puedo comprender lo que implica ser periodista, sus pros y sus contras. Ahora, que lo analizo, veo que no me equivoqué cuando lo elegí. Es más, es una de las decisiones más ciertas que tomé.
Para mí, lo mejor del trabajo es la falta de rutina. Si bien, los procesos de trabajo son siempre iguales, uno se encuentra con situaciones muy diferentes unas de otras, que le quitan la monotonía.
Además, lo que más me gusta es haber cumplido con lo que me decía mi papá cuando era chica: "Tenés que conseguir un laburo en el que te paguen por hablar". Y lo conseguí.

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