
No es que quiera sacar a relucir mi costado masoquista, ni que disfrute de autoflagelarme. Pero por momentos me encantaría pedirte que me trates mal. No hablo de violencia, ni daños físicos. Tampoco pido gritos, ni escándalos. Sólo hablo de indiferencia.
Olvidame, dejame atrás, borrame, cerrá el capítulo, cambiame, suprimime, tachame... lo que gustes. Pero tratame mal. Es un pedido tan desesperado como egoísta. No es que te de razones para hacerlo, pero necesito juntar algún rencor para poder expatriarte.
Tu buen trato no me ayuda. Tu respeto no hace que pases al olvido, ni cierra el capítulo, ni te deja atrás. Por eso, ruego casi en tono de súplica que hagas un último esfuerzo, que logres ganarte todo mi odio para que no me queden energías ni siquiera para recordarte.