20 de octubre de 2010
Es la tecnología que me alcanza
La tecnología y yo nunca fuimos amigas, compinches, ni nada. Es más, creo que nunca lo seremos. Si estoy integrada a los nuevos avances es por el vertiginoso ritmo del sistema, que me empuja a resignarme y aprender.
Tal vez por ignorancia o por miedo a hacer desastres (como aquella vez en que hice entrar un virus que eliminó todos los archivos de la familia) soy de las que piden ayuda para cualquier cosa con tal de no tocar alguna tecla que pueda llevar a una catástrofe.
Tal vez sea por eso que ayer al escuchar a dos chicas jóvenes (no es que yo no lo sea, pero estas eran bastante más chicas que yo) diciendo que en su examen pensaban copiarse porque “ni da estudiar todo eso”, sentí curiosidad por seguir escuchando la charla. Así, una de ellas concluyó en que iba a “machetarse” absolutamente todo.
Hasta ahí, nada que me sorprenda demasiado. Lo sí me conmovió profundamente (al punto de empujarme a hacer este post) fue el hecho de que su ayuda-memoria para el parcial estaba todo guardado en su Blackberry!!
Vamos de nuevo. Ni pequeños papeles pegados a la regla, ni bancos escritos, ni anotaciones en lápiz al margen de la hoja, ni carpetas ocultas bajo el banco, ni manos escritas, ni siquiera el manotazo de ahogado de preguntarle en un susurro al compañero de al lado o copiar de su hoja. Nada. Sólo el acto de adjuntar al mail, enviar y Listo! Después, a copiar textualmente sobre la hoja del examen.
No sé si será que ya estoy grande (algo que siento cuando escucho temas como el que dice “Pasame más tinto se vino la pachanga” y veo que mi hermano menor ni lo conoce) o que soy demasiado inocente y el hecho de copiarse tan deliberadamente no me convence -ni me convenció nunca-, pero tengo que admitir que me impactó la charla.
Definitivamente, ya nada es lo que era, ahora nadie pierde un minuto en hacer un machete como corresponde. En fin, me tendré que ir preparando psicológicamente por si un día de estos viene mi mamá a pedirme que le abra una cuenta en Twitter.
4 de octubre de 2010
1, 2, 3..twitteando!
Esta mañana, en mi viaje matutino en subte, me colgué unos minutos mirando a una mujer que navegaba en Twitter a través de su celular.
No sé bien por qué, pero eso me disparó una breve pero profunda reflexión acerca de los distintos perfiles de twitteros.
Si bien mi trayectoria en esa red es bastante corta, me atrevo a enumerar una serie de personajes que pude recabar a lo largo de mi estadía en el sitio. A continuación, un listado de infaltables perfiles en tu grupo virtual:
-El de larga data: Llegó hace como 2 años a la red. En ese momento era algo muy original, sólo para entendidos. Ahora, se quiere matar con el aluvión de golondrinas que llegaron gracias a la excesiva mención que se hace de Twitter, sobre todo en la televisión.
-El cholulo: no sabe ni qué es, ni para qué sirve, pero se hizo una cuenta para seguir cada minuto de su celebridad preferida. Es el primero en comentar cualquier frase o foto de su ídolo.
-El ácido-picante: (confieso que este es mi preferido). No se limita a retransmitir información ya conocida por todos, sino que le da una vueltita más de tuerca y le pone ese toque de cinismo que lo destaca del resto.
-El denso: otro que tampoco sabe el objetivo -si es que lo hay- de Twitter. Se metió en el submundo virtual con una simple meta: levantar. Es fácilmente reconocible: sigue a 200 usuarios, de los cuales 197 son mujeres.
-El intelectualoide: intenta demostrar a través de sus tweets una elevada capacidad mental. Usa palabras rebuscadas, habla de temas supuestamente cultos y se la pasa citando frases de autores universales para demostrar el volumen de lectura que porta. En fin, al menos para mí, termina siendo el más aburrido.
-El irritante: Se trata de un personaje con incontinencia verbal. Tiene la necesidad de comentar algo cada 5 minutos. No importa qué es lo que dice, pero siempre está en el TL cuando abrís tu cuenta. Como consecuencia, logra que al ver su nombre y foto, ni siquiera atines a leer sus tweets.
-El hiperactivo virtual: Es un caso que se da sobre todo en famosos. Sienten que, tal como se deben a su público, se deben a sus twitteros y por eso necesitan contarles todo lo que hacen de sus vidas desde que se levantan, hasta que se acuestan. Mención aparte para los que adjuntan mapas para ubicar geográficamente el punto del país donde se encuentran.
En breve, continuará este compendio de personajes. Mientras tanto, llamo a la reflexión y a que cada uno silenciosamente asuma qué rol cumple en el universo virtual del pajarito.
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