Adentrarse en un universo de lunares, esa es la nueva
propuesta que ofrece el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA). Es
que la exposición de la artista japonesa Yayoi Kusama, una de las más grandes
exponentes del arte contemporáneo, se ha convertido en un fenómeno que nadie
quiere perderse.
Al llegar, la cola de más de una cuadra denotaba el nivel de
interés que esta exposición generó en el público. No sólo gente refinada y
gustosa del buen arte, sino que cientos de familias, jóvenes y hasta niños
pequeños esperaban ansiosos su turno de pasar al museo y ponerse en contacto
con ese extraño universo que Kusama regala.
Fieles a la estética que propone esta japonesa, las enormes
vidrieras del MALBA, los árboles y hasta las paradas de colectivo, estaban
adornadas con lunares. Y, en un intento por invitar a los visitantes a
sumergirse en el mundo Kusama, al ingresar cada uno recibe una plancha de coloridos
stickers de lunares para adornarse la ropa, la cara o dejar una huella de
alguna de las paredes de “The Obliteration Room”, un salón completamente blanco
adornado con lunares de múltiples colores.
En una muestra de más de 100 obras de Kusama, uno termina
sintiéndose parte de ese particular mundo de infinitos puntos. Particularmente,
no soy una afanosa visitadora de muestras de arte, sin embargo, desde que supe
de esta nueva propuesta del MALBA, sentí inexplicables deseos de visitarla.
Y mi intuición no falló: no es necesario ser un gran
conocedor de arte para sentirse conmovido por esta exposición. Además de las
múltiples pinturas, la muestra se completa con opciones más interactivas, para
que el público pueda sentirse parte de la obra, y no quedarse en el rol de mero
visitador.