14 de febrero de 2011

Trabajar para los otros


“Era un barrio oscuro con casas tomadas, desalojos, mucha gente en situación de calle”, recuerda.
Es que hace 14 años cuando Jorge llegó a San Telmo, distaba mucho de ser el polo turístico y comercial que es hoy. “Era otra cosa, había mucho por hacer acá”, emite casi en un suspiro.
Jorge vivía de artesano en el campo con su familia. Hijo de padres salesianos, y por lo tanto, abocados a la caridad y las obras solidarias, recibió desde pequeño el mandato de ayudar a quienes no tuvieron la misma suerte que él.
A fines de los ´90, solía venir a Capital en forma quincenal en busca de materiales para desarrollar su oficio. Así fue que, en uno de sus tantos viajes, un amigo le propuso quedarse en forma definitiva en su casa ubicada en el Pasaje San Lorenzo.
“Me fue gustando el barrio, vi que era un lugar donde yo podía hacer un aporte”, cuenta ese hombre de aspecto desaliñado y ojos cansados. Con el tiempo, consiguió su propia casa y fue concretando su sueño del taller de artesanías propio.
Sin embargo, su interés por ayudar a los más necesitados todavía estaba pendiente. Por eso, en el ´98 cuando conoce a Patricia Merkin y ésta le propone un proyecto que le permitirá darle oportunidades laborales a la gente de la calle, Jorge acepta. “Al principio, no sabía bien qué hacer, estaba ocupado trabajando en mi taller y no sabía si iba a poder combinar las dos cosas”, dice.
Así, comenzaron “Hecho en Buenos Aires”, una revista pensada para darle trabajo a gente en situación de calle. “Fue muy fuerte la historia”. Según relata, se trató de un enorme desafío: “No estaba tan instalado que un tipo te pare para venderte algo en la calle, había que romper con esa barrera”.
Pero el tiempo hizo que cambiara el rumbo de su vida y, aunque siguió en su línea de ayudar al prójimo, dejó de formar parte de la empresa editorial para abocarse a otra cosa.
Después de 2005, la movida social y el abordaje turístico de San Telmo, lo inspiraron a crear un nuevo espacio, algo que tuviera ese valor histórico propio de las edificaciones de la zona. Así, emprendió el proyecto llamado “La Estación San Telmo”, un sitio donde hoy, cualquiera que pase por ahí, seguramente se detenga a sacarse una foto.
Con una escenografía que emula una estación de tren antigua -por supuesto ideada y armada por él- Jorge remodeló el antiguo depósito de “Hecho en Buenos Aires” para darle un espacio concreto a su proyecto de crear una cooperativa de trabajo.
“En principio iba a ser una fundación, pero la verdad que no tenía muy en claro lo que quería hacer”, reconoce. Con el tiempo, el plan fue tomando forma hasta convertirse en lo que es hoy “La Estación San Telmo”: un espacio donde la gente adulta en situación de exclusión puede sumarse para aprender algún oficio, como el que él aprendió alguna vez.
La idea de tomar aprendices para enseñarles distintos trabajos, surgió cuando Carlos, un zapatero con 40 años de trabajo en el barrio, fue desalojado y quedó en la calle. “Lo sumamos al proyecto para que enseñe el oficio y le dimos un lugar donde vivir”, se emociona.
La gente que llega a este sitio en las peores condiciones, encuentra un lugar donde le permiten pasar la noche y resguardarse de las inclemencias del tiempo y los peligros propios de la calle.
El objetivo es que los objetos de arte producidos allí sean vendidos para darles un ingreso de dinero. Jorge pone el acento una y otra vez en que todos los materiales se reciclan porque el proyecto piensa, ante todo, en el cuidado del medio ambiente. “Los cuadros, por ejemplo, los vendemos a través de una cooperativa o en la misma feria”, subraya.
Si bien está conforme con lo que lleva en su haber hasta el momento, no conoce el descanso e idea nuevos proyectos en forma casi constante. Claro, en ninguno de ellos está incluido como fin su propio beneficio, sino que los excluidos tengan, al menos, la dignidad que merecen.